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Valorando el conocimiento indígena para sistemas alimentarios resilientes al clima

 

A pesar de una larga historia de opresión y colonización, las comunidades indígenas de América Latina tienen mucho que aportar a los sistemas alimentarios saludables y resilientes en el contexto del cambio climático.

América Latina es el hogar de más de 800 pueblos indígenas distintos. Los sistemas alimentarios se encuentran en el centro de la identidad indígena, ya que el conocimiento de miles de plantas y animales, y su cultivo, cosecha y usos, se transmite de generación en generación. Estos sistemas alimentarios son únicos en cuanto a su ubicación y su contexto y brindan mucho más que nutrición; están imbuidos de un significado espiritual y forman la base de las cosmovisiones indígenas que han evolucionado durante milenios. 

Las presiones globales han empobrecido las dietas, las vidas y los medios de subsistencia de los pueblos indígenas. En América Latina, los niños indígenas sufren el doble de desnutrición crónica que los niños no indígenas. La producción a escala industrial, los monocultivos, el paso de las zonas rurales a las urbanas y la adopción de alimentos muy procesados son solo algunos de los factores que impulsan el aumento de la desnutrición y la pérdida de biodiversidad. El cambio climático agrega más presión, ya que el aumento de las temperaturas y el clima más extremo desafían la agricultura y alteran el comportamiento y los hábitats de la vida silvestre.

En medio de estos desafíos, muchos alimentos y muchas prácticas indígenas pueden resultar clave para la supervivencia y la resiliencia. La quinua, por ejemplo, es un alimento andino tradicional rico en nutrientes que además es extremadamente tolerante a la sequía y a los suelos pobres. 

Cerrando la brecha entre la ciencia formal y el conocimiento indígena

A través de su programa Sistemas alimentarios resilientes al clima el IDRC aspira entender cómo los grupos que buscan la equidad pueden impulsar el cambio para hacer que los sistemas alimentarios sean más saludables, equitativos y sostenibles. En América Latina, una cohorte de cinco proyectos está empoderando a los pueblos indígenas, no solo como beneficiarios, sino también como colaboradores en el diseño y la producción de investigaciones que aborden sus prioridades.

Los modelos de colaboración innovadores son clave: los cinco proyectos están dirigidos por indígenas o incluyen investigadores indígenas en sus equipos de investigación. A través de procesos participativos, los proyectos promueven la participación y el empoderamiento indígena en la transformación de los sistemas alimentarios, al tiempo que refuerzan el orgullo, el conocimiento y la capacidad de la comunidad para mejorar la producción. Estas colaboraciones ofrecen una valiosa oportunidad para aprender más sobre cómo los enfoques indígenas, regenerativos y agroecológicos pueden complementarse entre sí para hacer que los sistemas alimentarios sean más resilientes.

Revitalización de los sistemas alimentarios indígenas en Ecuador

Ecuador es uno de los países con mayor biodiversidad en la Tierra, con un patrimonio cultural igualmente rico, que incluye 14 nacionalidades indígenas y 18 pueblos indígenas. Durante miles de años, la agricultura indígena se ha desarrollado a través de ensayo y error, con conocimientos locales específicos sobre el clima, las razas de animales, las variedades de plantas, la fertilidad del suelo y los calendarios estacionales compartidos por la familia y la comunidad. Por ejemplo, en la chakra andina, el sistema agrícola ancestral kichwa, los tiempos de siembra y cosecha están vinculados con los solsticios y equinoccios que anclan el calendario agrícola y social. La chakra abarca una amplia gama de prácticas ecológicas para el manejo del suelo, el agua, los cultivos y la cría de animales.

En las últimas décadas, la transmisión de conocimientos ancestrales ha disminuido, mientras los Andes están experimentando el derretimiento de los glaciares, cambios en los patrones de lluvia, nieve y granizo, y la propagación de nuevas plagas y enfermedades. Con los alimentos locales desplazados por alternativas baratas y pobres en nutrientes, la desnutrición y la inseguridad alimentaria van en aumento. Una encuesta de 2018 monstró que el 39% de los niños indígenas menores de dos años estaban crónicamente desnutridos, en comparación con un promedio nacional del 27%.

Liderado por la Universidad Intercultural de las Nacionalidades y Pueblos Indígenas Amawtay Wasi, se está llevando a cabo un esfuerzo de investigación participativa que probará y analizará las prácticas agrícolas indígenas y alternativas, al tiempo que empoderará a las comunidades para que tomen un mayor control sobre sus dietas y la producción de alimentos. Según Kelly Ulcuango, Directora de la carrera de Agroecología y Soberanía Alimentaria, las prácticas ancestrales pueden jugar un papel importante en el mantenimiento de la salud y productividad del suelo mientras se utilizan los recursos disponibles.

“En los últimos años, la intensificación de los sistemas agrícolas ha provocado la degradación de los suelos, amenazando la seguridad alimentaria”, dijo Ulcuango. “Esto se ha visto agravado por el cambio climático. Tradicionalmente, nuestros antepasados utilizaban técnicas respetuosas con el medio ambiente tales como las chakras, produciendo varios cultivos en un pequeño espacio de tierra para mantener el suelo cubierto el mayor tiempo posible. Esto proporciona materia orgánica al suelo, alimento para animales y alimentos sanos y diversos para las personas”.

Trabajando en tres comunidades de siete territorios indígenas, la investigación abarcará las tres zonas agroecológicas principales de Ecuador. Cuarenta familias en cada territorio trabajarán con investigadores locales para documentar su seguridad alimentaria y su estado nutricional y así analizar la sostenibilidad y resiliencia climática de sus prácticas productivas. Estos hallazgos identificarán y valorizarán estrategias culturalmente apropiadas para mejorar la resiliencia comunitaria y la seguridad alimentaria.

Vinculando conocimientos nuevos y ancestrales para impulsar la innovación

En el terreno accidentado del alto llano de Bolivia, los agricultores enfrentan condiciones climáticas extremas que pueden variar de un conjunto de campos a otro, con impactos potencialmente devastadores en los cultivos. A lo largo de generaciones, los productores indígenas, que son expertos en su terreno local, han desarrollado la capacidad de pronosticar las condiciones estacionales basándose en la observación minuciosa de los fenómenos naturales.

Según el agrónomo Eleodoro Baldiviezo, “importantes conocimientos sobre el comportamiento de las aves, las plantas y los eventos atmosféricos son aprovechados como señales para predecir si la temporada agrícola será seca o húmeda o si habrá heladas”. Dichos indicadores tempranos permiten a los agricultores seleccionar variedades de cultivos y adaptar su plantación y cosecha para que coincidan con las condiciones esperadas. 

Durante siete años, la ONG boliviana PROSUCO trabajó con maestros agricultores indígenas para ensayar este conocimiento, al documentar cuidadosamente qué tan bien coincidían sus pronósticos con las condiciones reales de crecimiento y el rendimiento de sus estrategias de cultivo. Los resultados han demostrado que los agricultores pueden predecir de manera precisa los patrones de heladas, granizo y precipitaciones con meses de antelación.

Las previsiones meteorológicas modernas puede brindar a los agricultores una mayor precisión sobre qué esperar a corto plazo. Pero la falta de estaciones meteorológicas en áreas remotas significa que los pronósticos disponibles simplemente no están ajustados a las condiciones locales. El desarrollo de estaciones de monitoreo de bajo costo que puedan ser utilizadas por las comunidades en el altiplano andino es solo una parte de un nuevo esfuerzo de investigación que apunta a fortalecer la producción agroecológica de alimentos. En Bolivia, Guatemala y México, el Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural (RIMISP), se está asociando con PROSUCO y otras organizaciones lideradas por indígenas para adaptar innovaciones locales sostenibles, aprovechando prácticas ancestrales y modernas.

En el territorio boliviano de Torotoro, que cuenta con una gran población quechua, un desafío es aumentar la participación de mujeres y jóvenes en la formación agroecológica. Trabajando con un instituto técnico local y guiados por autoridades comunitarias y productores locales, los jóvenes ensayarán prácticas indígenas y nuevas para fortalecer los sistemas alimentarios locales mientras trabajan para obtener un diploma en transición agroecológica.

Según Baldiviezo, es crucial brindar a los jóvenes las habilidades y la oportunidad de permanecer en sus tierras. Su partida hacia las áreas urbanas ha generado una pérdida de conocimiento indígena sobre los sistemas alimentarios. Al mismo tiempo, la iniciativa demostrará el valor de los enfoques agroecológicos para abordar problemas de larga data, tales como la escasez crónica de agua, que enfrentan las comunidades locales. 

“Los jóvenes”, dijo, “son la fuerza estratégica que esperamos impulse la innovación local”.

Obtenga más información sobre los proyectos apoyados por el IDRC que forman parte de esta cohorte:

Fortalecimiento de los sistemas alimentarios de las Naciones Indígenas del Ecuador para la resiliencia al cambio climático

Innovación agroecológica y gobernanza inclusiva de los sistemas agroalimentarios

Transformando los sistemas alimentarios para mejorar los medios de vida y la sostenibilidad ambiental en tres territorios indígenas de Colombia

Investigación colaborativa de múltiples partes interesadas para avanzar en la transformación del sistema alimentario en América Latina y el Caribe

Alimentos para la vida: ayudando a los agricultores andinos a ser pioneros en la agricultura y los alimentos regenerativos para mejorar la salud, la equidad social y restaurar los ecosistemas