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Una pequeña subvención marca una gran diferencia para una científica mexicana

 

A veces, de un pequeño paquete pueden salir dos o tres regalos. Esta es la experiencia que tuvo la estudiante de doctorado mexicana Karla Karina Gomez Lizarraga con una pequeña subvención para la investigación otorgada por el IDRC.

El primero de los regalos fue la financiación aportada por la Subvención de Intercambio para la Investigación de Canadá, América Latina y el Caribe (LACREG), una pequeña subvención institucional que le permitió concretar una revolucionaria investigación sobre la regeneración de los tejidos.

El segundo regalo se materializará cuando la tecnología médica que Lizarraga ha estado investigando se comience a usar de forma extendida, para que los niños de su país que hayan sufrido graves quemaduras puedan recuperarse.

Esta investigadora universitaria de 35 años ya está disfrutando del tercer regalo: el compromiso que ha asumido el IDRC de reducir la desigualdad de género ha marcado una diferencia en su vida, al ser una mujer científica de un país en vías de desarrollo.

La investigación en la que sigue trabajando Lizarraga hoy fue financiada, en parte, por una pequeña subvención del IDRC, la cual le dio acceso a tecnología de última generación en la Universidad de Queen, en Kingston, Ontario. También le permitió vincularse con uno de sus mentores, el investigador Carlos Escobedo, que vive en Canadá y que fue alumno de María Cristina Piña Barba, la asesora de tesis de Lizarraga en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Fabricar tejidos humanos, capa por capa

Lizarraga migró hacia el área de la medicina regenerativa para su doctorado tras haber obtenido un título de grado en ciencia de los materiales y una maestría en ingeniería. La medicina regenerativa busca reemplazar o introducir nuevos tejidos o células en el cuerpo humano para que las personas que han sufrido daños en los huesos o la piel puedan recuperarse.

Cuando Lizarraga llegó a Kingston en septiembre de 2014, se encontraba en la mitad de su programa doctoral (que completó en 2017) en el Instituto de Investigaciones en Materiales de la UNAM. La Universidad de Queen cuenta con un sistema de bioplóter 3D, una sofisticada máquina que demostró ser crucial para sus investigaciones, pero que no se encuentra disponible en América Latina. En este caso, la tecnología 3D se utilizó para imprimir andamios celulares, los ladrillos que imitan la estructura de sostén de los tejidos humanos.

Sanación para niños mexicanos con quemaduras

“Uno de los grupos que requiere el andamiaje de células dérmicas con más urgencia es el de los infantes”, afirmó Lizarraga.

Las quemaduras son la tercera causa de fallecimiento en los niños mexicanos, superada solo por los accidentes de tránsito y los ahogamientos. Unos 128 000 niños mueren como consecuencia de quemaduras en México todos los años, de acuerdo con una estimación publicada por un periódico mexicano en 2017.  

Que las quemaduras en niños menores de cinco años sean tan comunes se debe a la pobreza, explica Lizarraga. En 2018, la Organización Mundial de la Salud identificó que la aglomeración en los hogares y el rol que asumen las niñas pequeñas como cocineras y cuidadoras de infantes son dos de los principales factores de riesgo.

El sueño de Lizarraga de mejorar la atención médica de los niños mexicanos es el norte de su investigación, que continúa en la UNAM, en Ciudad de México. En la actualidad, los niños con quemaduras de tercer grado deben viajar a Texas para recibir tratamiento, lo cual tiene un costo de hasta $20 000 por persona. Llegado el momento, la investigación en biomateriales que lleva adelante Lizarraga le dará al sistema sanitario de México la tecnología médica que necesita para tratar a los niños víctimas de quemaduras dentro del país.

Apoyo a la igualdad de género en la ciencia

El impacto de la subvención de intercambio canadiense cambió la vida de Lizarraga. “Si no hubiera tenido la oportunidad de usar los equipos de la Universidad de Queen, nunca habría podido desarrollar mi tema de investigación”, señaló. La asesora de tesis de Lizarraga, María Cristina Piña Barba, es otro de los “regalos” de la pequeña subvención del IDRC. Piña Barba es una renombrada científica mexicana que ha trabajado en el campo de los biomateriales durante los últimos 20 años y ha sido pionera en la ingeniería de tejidos. “Siempre ha apoyado la igualdad de las mujeres y presta su ayuda de incontables maneras”, afirma Lizarraga.

Además, explica que su asesora de tesis le ha brindado ayuda tanto profesional como personal. “Además de ser mi mentora, considero a la Dra. Piña Barba mi amiga. Su motivación ha sido fundamental para que yo me dedicara a este tipo de trabajo”. Piña Barba también alentó a Lizarraga a que estudiara en el exterior para obtener oportunidades de intercambio profesional en un campo en que las mujeres siguen siendo una minoría. “Al principio, no pensaba salir de México”, relata Lizarraga. “Pero la subvención me dio la oportunidad de ver cómo se trabaja de otra manera”.

Con la mentoría de Piña Barba y las Subvenciones de Intercambio para la Investigación de Canadá, América Latina y el Caribe que otorga el IDRC (administradas por el Consejo de Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades), Lizarraga se está posicionando como una de las investigadoras prominentes de México en el siglo XXI, en parte, gracias a un pequeño regalo de Canadá.