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La evidencia revela las cargas que las trabajadoras informales han soportado durante la pandemia

 

La pandemia de COVID-19 amenaza con deshacer gran parte del progreso que los países han logrado hacia la igualdad de género en las últimas décadas. Si bien los primeros datos sugieren que los hombres tienen más probabilidades de morir por COVID-19, las mujeres están pagando un precio social y económico más alto a medida que la pandemia exacerba las desigualdades de género existentes en el mercado laboral y en el hogar.  

El COVID-19 ha sido severo para las mujeres en la base de la pirámide económica, particularmente aquellas en empleo informal, cuyas experiencias se diferencian aún más por sus ocupaciones y estatus en el empleo. Existe una necesidad urgente de generar evidencia sobre estas realidades para impulsar la abogacía y orientar el apoyo personalizado, para satisfacer las diversas necesidades de las mujeres durante y después de la crisis.

La reducción del empleo conduce al hambre, la deuda y el desempoderamiento

La Organización Internacional del Trabajo estima que 2 mil millones de personas en todo el mundo participan en trabajos informales, y que el 37% de ellos son mujeres. La mayor parte del empleo en el Sur Global es informal. En los países de bajos ingresos, por ejemplo, el 92,1 % de las mujeres empleadas tienen un empleo informal en comparación con el 87,5 % de los hombres. Su trabajo les brinda poca protección social y legal, lo que hace que estas trabajadoras sean extremadamente vulnerables en tiempos de crisis. 

En un estudio realizado en 11 ciudades financiado por IDRC, Mujeres en Empleo Informal: Globalizando y Organizando (WIEGO) encontró que los cierres y restricciones han tenido un impacto severo y duradero en el empleo y los ingresos de los trabajadores informales. Utilizando una muestra de más de 2000 personas trabajadores informales, el estudio encontró que el 74% de las personas encuestadas no pudo trabajar durante el período pico de confinamiento en abril de 2020. A mediados de 2021, la persona encuestada promedio todavía trabajaba solo cuatro días a la semana en comparación con los cinco días y medio a la semana que trabajaba antes de que llegara la pandemia Además, solo ganaban el 64% de sus ganancias anteriores a COVID.  

Varios de los grupos ocupacionales más afectados son predominantemente femeninos. En particular, las trabajadoras a domicilio, por ejemplo, las costureras a las que se les paga por pieza en la industria de la confección, ganaban solo el 2% de sus ingresos medios previos a la pandemia a mediados de 2021. En Delhi, India, las recicladoras y vendedoras ambulantes experimentaron una mayor pérdida y una recuperación más lenta de sus ingresos que sus homólogos masculinos. En Bangkok, Tailandia, las medidas de distanciamiento físico dejaron completamente sin trabajo a las masajistas.  

La reducción de los ingresos ha tenido un profundo impacto en la salud de las trabajadoras informales, y muchos de sus hogares pasan hambre. A mediados de 2021, casi un tercio de las personas encuestadas del estudio de WIEGO dijeron que alguien en su hogar no había comido lo suficiente durante el último mes. 

“Todo esto fue una sorpresa”, dijo una persona encuestada. “Nos sentimos asustados y preocupados porque no teníamos ahorros para sobrevivir todo ese tiempo [durante el aislamiento social obligatorio] y no podíamos trabajar. Nos quedamos en casa para proteger nuestra salud, pero ahora nos preocupa de qué viviremos”. 

A diferencia de los de la economía formal, las personas empleadas informales y las personas trabajadoras por cuenta propia no tienen políticas de licencia paga ni prestaciones por desempleo. Aquellas personas que trabajan como personas empleadas también tienen menos probabilidades de ser compensadas ​​por su empleador por la pérdida de trabajo. Una trabajadora del hogar en Lima, Perú, informó: “Me despidieron y no me pagaron nada incluso después de trabajar tres años para [mi empleador]”.  

Entre las personas trabajadoras informales que no experimentaron una caída en sus ingresos, muchas sintieron otros efectos negativos en su empleo. El estudio de WIEGO encontró que, si bien las personas trabajadoras domésticas internas habían recuperado su nivel anterior de trabajo e ingresos, muchas enfrentaban demandas adicionales de tiempo y energía. Muchas experimentaron restricciones en su capacidad para salir de las casas de sus empleadores y vieron aumentar sus tareas de limpieza, cocina y cuidado ya que sus empleadores estaban más tiempo en casa. 

Las tareas de cuidado adicionales no remuneradas erosionan el poder adquisitivo de las mujeres

El trabajo doméstico y de cuidados no remunerado ha aumentado en todas partes como resultado de la COVID-19, y las mujeres soportan la mayor parte de la carga. Incluso antes de la pandemia, las mujeres de Asia y el Pacífico, por ejemplo, realizaban cuatro veces más trabajo de cuidados no remunerado que los hombres. El cierre de escuelas, guarderías y transporte público ha dejado a muchas personas luchando por equilibrar un aumento repentino de las tareas de cuidado con la necesidad de ganar suficiente dinero para sobrevivir. El estudio de WIEGO reportó que más mujeres que hombres vieron que sus deberes de cuidado no remunerados invadían su trabajo remunerado: el 34% de las mujeres y el 21% de los hombres informaron que el aumento de las responsabilidades de cuidado había reducido sus horas de trabajo en el 2021. 

El COVID-19 ha puesto al descubierto la apremiante necesidad mundial de cuidado infantil asequible y accesible, que ya carecía para casi 350 millones de niños en edad preescolar incluso antes de la pandemia, según un informe del Banco Mundial de 2021. El cuidado infantil adecuado será fundamental para la recuperación económica de la pandemia, así como para los esfuerzos en curso para abordar las desigualdades que enfrentan las mujeres y los niños. Sin ella, muchas más mujeres se verán obligadas a abandonar su empleo o aceptar trabajos precarios con pocos ingresos o protección. La carga añadida del trabajo de cuidados que ha provocado la pandemia también socava la salud y el bienestar de las mujeres y refuerza las normas de género nocivas.

El alivio del gobierno para las personas trabajadoras informales se queda corto

Los gobiernos ampliaron rápidamente las medidas de ayuda para amortiguar los impactos de la COVID-19, incluyendo muchas intervenciones dirigidas a personas vulnerables, tales como mujeres y personas trabajadoras informales. Sin embargo, el estudio de WIEGO encontró que solo un poco más del 40% de las personas encuestadas informaron tener acceso a una subvención en efectivo o ayuda alimentaria. Las barreras más comunes que impedían que las personas trabajadoras informales recibieran ayuda eran la falta de conocimiento sobre la disponibilidad y los problemas de elegibilidad, tales como no cumplir con ciertos criterios o no estar registradas en programas de protección social.  

Incluso cuando se entregó ayuda, a menudo se la consideró insuficiente para satisfacer las necesidades básicas. El estudio de WIEGO encontró que los hogares que recibieron subvenciones en efectivo y ayuda alimentaria no estaban exentos de pasar hambre. Muchas personas trabajadoras informales en Bangkok recibieron una subvención de emergencia de tres meses, sin embargo, como señaló una persona encuestada del estudio de WIEGO, “para aquellos que alquilan un lugar, esta cantidad es suficiente solo para la tarifa de alquiler, pero insuficiente para los gastos de alimentación”. Con el apoyo limitado del gobierno, muchas personas trabajadoras informales se han visto obligadas a adoptar estrategias de supervivencia potencialmente dañinas, tales como pedir dinero prestado, agotar los ya míseros ahorros o reducir su asignación familiar para artículos esenciales. 

El informe de WIEGO también encontró que las medidas de ayuda del gobierno se estancaron después de los primeros tres meses de la pandemia. Además, más del 25% de las personas vendedoras ambulantes y comerciantes del mercado denunciaron acoso por parte de los funcionarios encargados de hacer cumplir la ley.

Media
Two women development workers hand over a bag of relief aid to a women and Dhaka, Bangladesh.
Fahad Abdullah Kaizer/UN Women

Estudio establece prioridades para los formuladores de políticas

Con la ayuda de muchas organizaciones colaboradoras en las ciudades seleccionadas, el estudio dirigido por WIEGO ha creado una plataforma para garantizar que se escuchen las experiencias y las voces de las personas trabajadoras informales. Esta evidencia ya está impulsando la promoción e influyendo en las políticas.  

En Tailandia, donde ya existía un plan de seguridad social voluntario para las personas trabajadoras informales, HomeNet Thailand y la Federación de Trabajadores Informales de Tailandia abogaron por nuevas medidas de apoyo basadas en los resultados del estudio. El Ministerio del Trabajo redujo en un 40% las contribuciones a la seguridad social de las personas trabajadoras informales durante seis meses y les permitió utilizar los centros de rehabilitación ministeriales en caso de accidente laboral. Durante la tercera ola de COVID-19 en el 2021, el ministerio colaboró ​​con miembros de la Federación de Trabajadores Informales en dos proyectos de ayuda alimentaria. También otorgó dos subvenciones en efectivo de 195 dólares canadienses (5000 baht tailandeses) a personas trabajadoras informales inscritas en la seguridad social en el 2021. Esta iniciativa aumentó la inscripción en el programa de 3 millones a más de 10 millones.  

Dos conclusiones clave del estudio son:  

  • Los gobiernos deben mejorar la entrega de subvenciones en efectivo y ayuda alimentaria y extender las protecciones sociales a las personas trabajadoras informales.  
  • Para apoyar una recuperación económica resiliente y sostenible, los formuladores de políticas deben responder a las demandas de las personas trabajadoras informales, promoviendo, por ejemplo, condiciones laboralesmás equitativas, salarios justos y un mejor acceso a los espacios públicos, la infraestructura básica y los servicios de transporte. 

WIEGO también aboga por esfuerzos de recuperación de COVID-19 que prioricen los servicios públicos accesibles, como el cuidado de niños, la atención médica y el cuidado de los ancianos y que reconozcan las cargas contrapuestas que soportan las mujeres en el empleo informal cuando realizan trabajo doméstico y de cuidado no remunerado además de trabajar por ingresos. 

En cada una de las ciudades y países donde se encuestó a las personas trabajadoras informales, la evidencia crítica puede guiar a los formuladores de políticas, permitiéndoles comprender lo que está mal en la base de la pirámide económica y mejorar el apoyo. La colaboración con organizaciones y asociaciones que han establecido relaciones con personas trabajadoras informales puede ayudar a lograr una recuperación inclusiva.
 

Puntos destacados de la investigación

  • A mediados de 2021, la persona trabajadora informal promedio solo ganaba el 64% de sus salarios anteriores a COVID-19. 
  • Casi un tercio de las personas encuestadas a mediados de 2021 dijeron que alguien en su hogar había pasado hambre durante el último mes.  
  • El 34% de las mujeres y el 21% de los hombres reportaron que el aumento de las responsabilidades de cuidado había reducido sus horas de trabajo en 2021. 
  • Las recomendaciones incluyen invertir en protección social, servicios públicos accesibles para reducir el trabajo de cuidados no remunerado y mejores condiciones de trabajo.