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Equilibrando el acceso a los cuidados y a las responsabilidades de los cuidados entre las trabajadoras de la salud

 

En los centros de salud de los condados costeros de Kilifi y Mombasa, Kenia, hombres y mujeres hacen fila esperando pacientemente para ser atendidos por proveedores de atención médica, muchos de los cuales son mujeres. Las mañanas son las más ocupadas.  

Menos visible es la carga del trabajo de cuidados no remunerados que las proveedoras de atención médica que trabajan en estos establecimientos soportan. El COVID-19 y sus medidas de mitigación aumentaron las demandas de cuidados y la presión sobre las mujeres trabajadoras de la salud, que ya eran significativas, no solo como socorristas en el trabajo, sino también en sus hogares y comunidades.  

Para Rachel Muemi del condado de Mombasa, el trabajo de cuidados describe su lucha por equilibrar sus responsabilidades en el hogar, como madre de dos niños, y sus responsabilidades en el Dispensario de Nganjoni, donde supervisa la concientización comunitaria sobre el COVID-19 y la tuberculosis. 

Cada mañana, Rachel camina de puerta en puerta, visitando a los residentes que no se encuentran bien y refiriendo al dispensario aquellos que necesitan más atención. Luego se espera que traslade su atención a su familia:  

“Me retiro a casa a las 6 de la tarde y ahí es cuando atiendo a mi familia”, dijo Muemi. 

Maria Raider trabaja en el barrio marginal de Moroto en el condado de Mombasa, donde durante la pandemia fue responsable de visitar alrededor de 100 hogares cada mes para alentar a los residentes a vacunarse. Su trabajo no es remunerado.  

“Si tienes suerte y llega un donante, es cuando recibes un estipendio, pero este es un trabajo voluntario”, dijo Raider. 

Las experiencias de Muemi y Raider son comunes, equilibrando el trabajo de cuidados remunerados y no remunerados y los riesgos asociados para la salud de ellas y de sus familias. Más allá del riesgo de contraer COVID-19, las trabajadoras de la salud se han enfrentado a considerables desafíos de salud mental, física y social, además de daños a su bienestar financiero y profesional. 

La necesidad de abordar los impactos generados por el COVID-19 está al centro de la iniciativa de 24 millones de dólares canadienses, Women RISE, diseñada conjuntamente por el IDRC, los Institutos Canadienses de Investigación en Salud (CIHR) y el Consejo de Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades (SSHRC) y anclada en la Hoja de ruta de investigación de la ONU para la recuperación de COVID-19.  

“Durante la pandemia, aprendimos que los esfuerzos locales y globales deben ir de la mano, y este enfoque conjunto es ahora más necesario que nunca en la investigación”, dijo Francine Sinzinkayo, Oficial Senior de Programas en el programa de Salud Global del IDRC. “Estos esfuerzos de colaboración también deben estar anclados en agendas globales ambiciosas que cierren las brechas de conocimiento global, pero que también se basen en las realidades locales que afectan las vidas de las poblaciones afectadas. 

Women RISE apoya la investigación transformadora de género orientada a la acción para comprender cómo la salud de las mujeres se intersecta con su trabajo remunerado y no remunerado.  

“La investigación relevante sobre el posible impacto desproporcionado en la salud, los medios de vida, el trabajo remunerado y no remunerado de las mujeres es limitada”, dijo Sinzinkayo. “Además, pocos estudios de investigación han evaluado el impacto desproporcionado de la pandemia y de las medidas públicas de mitigación en el personal sanitario femenino en países de ingresos bajos y medianos”. 

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Rachel Muemi, Maria Raider y Sharlet Anzazi, trabajadoras sanitarias, hablan de cómo compaginar sus responsabilidades asistenciales en el trabajo y en casa. Vea este vídeo para saber más sobre sus luchas (los subtítulos solo están disponibles en inglés y francés).

Puntos destacados de la investigación

  • Women RISE está contribuyendo a los esfuerzos globales para garantizar una recuperación equitativa y basada en evidencia del COVID-19. 
  • La evidencia demuestra que los sistemas de salud, especialmente en los países de ingresos bajos y medianos, responden menos a las necesidades de salud de las mujeres y, sin embargo, los sistemas dependen en gran medida de las mujeres como cuidadoras. 

 

Estudiando las brechas de igualdad de género y equidad en salud que experimentan las trabajadoras de la salud en Kenia 

En Kenia, el proyecto WHEELER, implementado por la Agha Khan University y la Universidad de Manitoba, se enfoca en los impactos del COVID-19 sobre las trabajadoras de la salud reumenaradas y no remuneradas, como Muemi y Raider, mencionadas anteriormente, los cambios en salud y seguridad relacionados con el trabajo y la interrupción de sus medios de vida.  

Históricamente, los estudios sobre el trabajo de cuidados no remunerados priorizan a las mujeres en el empleo informal, dejando de lado las experiencias de las mujeres, incluyendo aquellas en el empleo formal.  

"Un hallazgo preliminar inesperado de nuestra investigación en las regiones de Kilifi y Mombasa en Kenia es el alcance del aumento del trabajo de cuidados no remunerados y las consecuencias económicas, físicas y sociales negativas subsiguientes que las proveedoras de salud remuneradas deben soportar", dijo la Dra. Lisa Avery, profesora asistente de la Universidad de Manitoba e investigadora principal canadiense del proyecto WHEELER. 

La protección social es inexistente en la fuerza laboral de atención de la salud pública de Kenia. La falta de protección señala desigualdades estructurales arraigadas que perpetúan las desventajas a las que se enfrentan las proveedoras de atención médica kenianas, tanto remuneradas como no remuneradas. Estas desigualdades se amplificaron durante la pandemia. 

“Durante el pico del COVID-19, trabajaba hasta 18 horas al día, utilizando mis escasos recursos, acampando en diferentes partes de mi comunidad para educar y vacunar a las personas contra el COVID-19, a menudo sin recibir pago”, dijo Sharlet Anzazi, enfermera en el dispensario de Mnarani, condado de Kilifi.    

Al igual que muchas otras trabajadoras de la salud, Anzazi enfrentó múltiples desafíos durante la pandemia. En algunos momentos, tuvo que atender a los pacientes a pesar de no tener ella misma acceso a los equipos de protección personal (EPP) o teniendo que reutilizar los EPP.  

“Tuve que arriesgarme y atenderlos. Soy la única en quien confiaron y si no los atendía les habría fallado. Así es como terminé infectándome”, dijo Anzazi. “Había recibido mi inyección, por lo que la infección no fue grave”.  

Desarrollando la resiliencia en la fuerza laboral y en la infraestructura de cuidados esenciales de Malasia 

En Malasia, un proyecto de Women RISE liderado por la Women’s Aid Organisation (WAO) y la Universidad de Alberta, está investigando las experiencias de mujeres que realizaron trabajo remunerado y no remunerado durante el COVID-19 y está evaluando la efectividad y relevancia de las políticas que gobernaron sus condiciones laborales. 

Este estudio es fundamental porque Malasia “carece de datos sobre cómo fueron las experiencias de los trabajadores de cuidados esenciales durante la pandemia y en la transición a la endemicidad”, dijo Anis Farid, investigadora principal del proyecto y gerente de proyectos de investigación de WAO. “El sector del cuidado carece de inversión, pero para invertir en el sector, el gobierno debe tener datos creíbles sobre lo que falta”. 

El objetivo principal del proyecto es desarrollar una mejor comprensión de lo que se debe hacer para apoyar a los trabajadores del cuidado de Malasia. “Nuestra esperanza es que podamos resaltar los programas y las políticas necesarias para apoyar a nuestros trabajadores de cuidados esenciales con o sin una crisis”, dijo Farid. “Queremos resaltar esto utilizando sus propias palabras, visibilizando sus experiencias a lo largo de la pandemia”.  
 
La respuesta al proyecto hasta ahora ha sido positiva. “Hemos recibido apoyo del gobierno y de los trabajadores sociales. Esto es importante porque una buena investigación solo es posible cuando las comunidades afectadas y los formuladores de políticas se involucran positivamente”, dijo Farid. 

“Hemos creado módulos para capacitar a nuestros asociados de investigación, que provienen de las comunidades afectadas, y la capacitación realmente funciona más como un diálogo para desarrollar aún más los módulos y brindar las habilidades de manera personalizada”, dijo Farid. “También hemos traducido nuestras guías a diferentes idiomas, incluyendo el bahasa malasio, el bahasa indonesio y el tagalo”.  

Los proyectos en Kenia y Malasia tienen mucho en común, incluyendo sus procesos de investigación participativos, que se basan en teorías feministas de desarrollo y evaluación, y priorizan la participación de todos los usuarios finales a lo largo del ciclo de vida del proyecto.  

“La pandemia amplificó las desigualdades en salud a nivel mundial: el acceso a las vacunas contra el COVID-19 es un ejemplo obvio de esto. Las mismas desigualdades también se aplican a la investigación, con diferentes contextos de recursos menos priorizados”, dijo el Dr. Avery. “Lo que es notable de la iniciativa Women RISE no es solo que ha priorizado la investigación en estos contextos, sino específicamente las voces de las mujeres en estos entornos”. 

Los proyectos apoyados por el IDRC en Kenia y Malasia demuestran el compromiso de Women RISE de fomentar la colaboración multisectorial para contribuir a soluciones que tomen en consideración y aborden los impactos de género de la pandemia de COVID-19 en la salud y el bienestar de las mujeres.  

Los proyectos también informarán soluciones para mejorar la salud y el bienestar de las mujeres y generar resiliencia en las sociedades para que las mujeres puedan alcanzar su máximo potencial. En última instancia, los hallazgos de estos proyectos informarán el desarrollo de sistemas de salud transformadores de género que puedan resistir futuras emergencias.  

Las soluciones serán bien recibidas por trabajadoras de la salud como Muemi, Raider y Anzazi en Kenia, quienes equilibran sus responsabilidades de cuidados en el trabajo y en el hogar.  

“Solo tenemos que continuar haciendo este trabajo todos los días”, dijo Muemi.