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Empoderando a los pequeños agricultores: el potencial transformador de la agroecología

 

Después de décadas de progreso global en materia de seguridad alimentaria, en los últimos años se ha visto un aumento en el número de personas que viven en situaciones de inseguridad alimentaria en todo el mundo. Incluso antes de la pandemia de COVID-19, el mundo estaba lejos de cumplir el Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas de acabar con el hambre para el 2030.   

Las tasas de obesidad, la desnutrición aguda y las deficiencias nutricionales están aumentando en muchas partes del mundo. Los sistemas alimentarios están amenazados por conflictos en varias regiones, junto con una desaceleración económica global que introduce nuevos obstáculos a la producción, el procesamiento y el transporte, así como al poder adquisitivo de los consumidores.  

El cambio climático y los fenómenos meteorológicos extremos, tales como olas de calor, inundaciones y sequías, están aumentando, al igual que la degradación de los recursos naturales de los que dependen la agricultura y la humanidad. La aparición y propagación de enfermedades zoonóticas, la resistencia a los antimicrobianos y las enfermedades endémicas del ganado alimentan aún más las preocupaciones sobre la seguridad alimentaria en todo el mundo, particularmente en el Sur Global. Estos desafíos amenazan el progreso hacia una mayor inclusión social y de género a medida que las mujeres, las niñas y otros grupos que buscan la equidad enfrentan cada vez más un acceso desigual a los servicios y oportunidades, lo que limita su capacidad para participar plenamente en las actividades socioeconómicas y beneficiarse de ellas. 

Frente a estos desafíos complejos e interrelacionados, existe un consenso global de que se necesita urgentemente un cambio de paradigma para que los sistemas alimentarios alimenten adecuadamente al mundo de una manera más saludable, más equitativa y más sostenible. La agroecología, un enfoque interdisciplinario de la agricultura sostenible, ha surgido como un medio prometedor para redefinir los sistemas alimentarios mediante la integración de estrategias técnicas, científicas y políticas.   

Arraigada en la aplicación holística de principios ecológicos, la agroecología combina conceptos de agronomía y ecología para desarrollar marcos y prácticas agrícolas que optimizan las interacciones entre suelos, plantas, animales y comunidades locales. En todo el mundo, la agroecología ha demostrado su eficacia para abordar los desafíos energéticos, hídricos y de seguridad alimentaria al promover cambios transformadores, al tiempo que refuerza la resiliencia agroalimentaria local y contribuye al reequilibrio de las relaciones de poder de género.  

A pesar del potencial transformador de la agroecología y su creciente relevancia frente a la crisis climática, la investigación y la inversión en este enfoque siguen siendo limitadas. El IDRC se destaca como líder en este campo, con una cartera de 20 proyectos relacionados con la agroecología actualmente en marcha en el Sur Global, incluyendo 14 en América Latina y el Caribe y seis en África. Estos proyectos de investigación representan una inversión de 7 millones de dólares canadienses e involucran a una variedad de socios.  

Fomentando el impacto revolucionario de la agroecología   

Los pequeños agricultores enfrentan una amplia gama de desafíos en sus esfuerzos por hacer la transición a un enfoque agroecológico. Algunos varían en base a su ubicación. Pero persisten obstáculos generales, tales como el acceso a la tierra y al agua, la disponibilidad de crédito, los marcos regulatorios restrictivos, la integración efectiva en las políticas y las agendas políticas, y la replicabilidad y escalabilidad de las experiencias exitosas. Superar estos desafíos es esencial para la realización del potencial de la agroecología como fuerza transformadora en la agricultura global.  

La investigación apoyada por el IDRC está ayudando a abordar algunas de estas cuestiones a través de una cartera de proyectos, desde fomentar el suministro regional de alimentos hasta fomentar interacciones comerciales equitativas entre productores y consumidores, pasando por fomentar la diversificación de cultivos, la fusión agrícola, ganadera y forestal y una planificación juiciosa de la producción de alimentos. La investigación también está generando nueva evidencia y apoyando la producción y el intercambio de conocimientos para promover una transición más amplia hacia la agroecología. 

“Hay muchas preguntas abiertas cuando se trata de aplicar los principios de la agroecología a escala. No hay recetas y las prácticas dependen de cada contexto”, dijo Ángela Cordeiro, co-directora del Agroecology Fund (Fondo de Agroecología), con el cual el IDRC colabora. “De la misma manera que la investigación fue fundamental para promover la agricultura industrial, se necesita más inversión en investigación para la agroecología contextualizada a los territorios”, afirmó. 

Cultivando vínculos para promover sistemas alimentarios sostenibles 

La colaboración del IDRC con el Fondo de Agroecología, junto con el Colegio de la Frontera Sur, una universidad pública mexicana, abarca varios países de América Latina y el Caribe, incluyendo Colombia, Ecuador, Perú, Cuba, Guatemala, Nicaragua y México. La comparación de experiencias en diversos países y regiones aporta conocimientos invaluables sobre los desafíos comunes que se encuentran al aplicar un enfoque agroecológico. 

A través de metodologías de investigación participativa, el proyecto está desarrollando la colaboración entre organizaciones de base e investigadores académicos para generar evidencia sólida sobre el potencial de la agroecología. También está fortaleciendo la capacidad de la sociedad civil y de las instituciones académicas para contribuir a los debates y decisiones nacionales sobre los sistemas alimentarios.  

En Colombia, donde ocho de cada 10 hogares indígenas padecen inseguridad alimentaria, la Universidad Nacional está llevando a cabo una investigación pionera para explorar cómo el empoderamiento de las comunidades indígenas puede impulsar la transformación de sus sistemas agroalimentarios. Con el apoyo del IDRC, la investigación está evaluando cómo el conocimiento indígena, las innovaciones comunitarias y la agroecología pueden ayudar a construir sistemas alimentarios más saludables, inclusivos y sostenibles, al tiempo que mejoran la calidad de vida y la autodeterminación de las comunidades.  

El proyecto también promueve alianzas entre los territorios indígenas del país, fomentando el intercambio de activos que van desde semillas hasta conocimientos. El objetivo es, en última instancia, dar forma a la agenda política y a las políticas públicas vitales para la integración y expansión de las iniciativas agroecológicas a mayor escala.  

Un desafío clave es "construir una comprensión colaborativa de la sostenibilidad que abarque tanto las dimensiones territoriales como las funciones del sistema alimentario y que requiera cultivar lazos de confianza en todo el trabajo relacionado con la comunidad", dijo Álvaro Acevedo de la Universidad Nacional, experto en agroecología que lidera las actividades del proyecto en la región del Sur del Tolima. 

Media
Una montaña rural con vegetación verde
Alvaro Acevedo
Zona rural del municipio de La Mesa en Cundinamarca, Colombia

Comprender los costos y beneficios de la agroecología 

En África occidental, donde el 60% de la población depende de la agricultura para su sustento, otra iniciativa apoyada por el IDRC se está enfocando en los pro y los contra asociados con la agroecología. Por ejemplo, la investigación analiza cómo la implementación de prácticas agrícolas intensivas en mano de obra podría conducir a un aumento de las tasas de abandono agrícola, especialmente entre los jóvenes, y cómo herramientas y técnicas alternativas, tales como las tecnologías digitales, la información climática y el control biológico de plagas, podrían utilizarse para contrarrestar esta posibilidad.  

El IDRC se ha asociado con Agropolis Fondation, con sede en Montpelier, Francia, para apoyar cinco proyectos de investigación que cubren Senegal, Burkina Faso, Benin, Níger y Costa de Marfil. Los proyectos son implementados conjuntamente por instituciones de investigación francesas y de África occidental, y cuentan con el apoyo de tres instituciones a través de un centro regional albergado en la ONG ENDA-Pronat. Están analizando los costos y beneficios de las transiciones agroecológicas en múltiples niveles del sistema alimentario (desde la producción hasta el procesamiento y desde la distribución hasta la comercialización) con una fuerte perspectiva de igualdad de género. Para ello, se han desarrollado conjuntamente nuevas herramientas y métodos de evaluación sensibles al género que actualmente están siendo utilizados por los equipos de investigación.    

Mamadou Goita, director ejecutivo del Instituto de Investigación y Promoción de Alternativas para el Desarrollo (IRPAD), una de las tres instituciones que coordinan el centro regional, dijo que el proyecto crea vínculos entre las partes interesadas para comprender cómo y cuándo la ampliación de la escala de la agroecología puede contribuir a la transición hacia mejores sistemas alimentarios. Un estudio de base realizado en Burkina Faso, Malí y Senegal sobre las redes y partes interesadas en agroecología ya ha ayudado a identificar lagunas de conocimientos clave e instituciones con las que asociarse. El objetivo es fomentar la consideración de la noción de pros y contras en los debates sobre el futuro de los sistemas alimentarios en el África occidental francófona. Dos conclusiones clave de las primeras fases del proyecto son una comprensión más profunda de los pros y contras, y la importancia de las redes para fomentar el progreso dinámico.  

Se espera que la iniciativa proporcione, no sólo a los investigadores, sino también a los tomadores de decisiones y a los profesionales, herramientas analíticas sensibles al género para evaluar los impactos agroecológicos, y que elabore recomendaciones y estrategias prácticas para que los formuladores de políticas y los profesionales contribuyan a forjar sistemas alimentarios más equitativos y resilientes.