Dando nueva vida a los cultivos ancestrales para la resiliencia climática
Los sistemas alimentarios del mundo deben transformarse para generar resiliencia climática, reducir el hambre y mejorar la nutrición. Con cultivos básicos como el arroz, el trigo y el maíz cada vez más vulnerables al aumento de las temperaturas, la salinización del suelo y los cambios en las precipitaciones, los ccultivos ancestrales infrautilizados son ingredientes importantes en esta transición.
Las contribuciones del IDRC a la transformación del sistema alimentario se basan en una larga historia de investigación apoyada en agricultura, nutrición, seguridad alimentaria y empoderamiento económico de las mujeres. En el contexto del cambio climático, décadas de investigación sobre una variedad de alimentos tradicionales infrautilizados, como la quinua, el mijo pequeño, el sorgo y las legumbres, adquieren una nueva relevancia. Una revisión de la inversión a largo plazo del IDRC en cultivos infrautilizados argumenta que no solo son valiosos para aumentar la resiliencia a sequías, plagas, enfermedades y otros impactos del cambio climático, sino que también pueden mejorar la nutrición.
Además de ensayar, mejorar y expandir el cultivo de estos alimentos sostenibles y nutritivos, la investigación apoyada por el IDRC explora cadenas de valor completas para buscar oportunidades para aumentar la producción y el consumo, al tiempo que empodera a los pequeños productores y vendedores, la mayoría de los cuales son mujeres.
Apoyando nuevos mercados y empleos verdes a través de la quinua
Hoy en día, apreciada como un superalimento por su alto contenido de proteínas, fibra y minerales, la quinua es un pseudograno andino tradicional que se ha abierto camino en las cocinas de todo el mundo. Con su capacidad para crecer en suelos áridos y salados y terrenos montañosos y sus muchos cultivares adecuados para una amplia gama de temperaturas de crecimiento y niveles de lluvia, la quinua ofrece una valiosa fuente de alimento resistente al clima.
El IDRC fue uno de los primeros inversores en la investigación sobre la quinua. A partir de la década de los 70, el Centro financió investigaciones bolivianas sobre nuevas variedades adaptadas a diferentes condiciones. Hemos sostenido nuestro apoyo durante décadas, incluido el respaldo a los esfuerzos de Bolivia para que el 2013 fuera declarado el Año Internacional de la Quinua por la ONU. Esta designación proporcionó un ímpetu global para una mayor investigación, nuevos mercados y una adopción más amplia.
Nuestro apoyo a los medios de vida basados en la quinua en Bolivia continúa hoy, con investigaciones actuales enfocadas en la creación de empleos verdes para mujeres indígenas. La producción de quinua es una fuente clave de medios de vida para muchos hogares indígenas, pero estos medios de vida son precarios. En el 2019, las encuestas de hogares encontraron que el 91% del empleo agrícola era vulnerable, siendo las mujeres, en su mayoría indígenas, las menos seguras. La investigación dirigida por el Instituto de Estudios Avanzados en Desarrollo está explorando cómo las medidas de seguridad social, los mercados de carbono, los estándares de comercio justo y los seguros agrícolas pueden apoyar mejor a las mujeres indígenas en el sector de la quinua y, al mismo tiempo, ensayar las mejores prácticas agrícolas adaptadas al clima.
La investigación apoyada por el IDRC también está ampliando la adopción de este antiguo grano en Marruecos, donde el agua escasea, donde el 30 % de los suelos de las zonas de regadío están afectados por la sal. La quinua se introdujo por primera vez a principios de la década de 2000, pero una encuesta en el 2016 de estudios realizados durante 15 años mostró que expandir su producción y consumo en el Medio Oriente y África del Norte requeriría variedades de alto rendimiento bien adaptadas, prácticas efectivas de manejo de cultivos, cadenas de valor sólidas y la vinculación de los agricultores con los mercados. Trabajando con seis cooperativas de agricultores en la provincia de Rhamna, la investigación generó nueva evidencia para promover la ampliación de la escala de la quinua como un cultivo estratégico que puede mejorar tanto la resiliencia como los medios de vida.
Las variedades mejoradas introducidas y ensayadas durante el proyecto aumentaron los rendimientos de los cultivos de secano en un 38% y de los cultivos de regadío en un 121%. Gracias a estos rendimientos adicionales y la alta tolerancia de la quinua al estrés ambiental, la ganancia neta por hectárea se triplicó con creces, y los productores pudieron ganar más de siete veces lo que obtendrían si sembraran trigo y cebada.
En colaboración con cuatro cooperativas dirigidas por mujeres, el proyecto introdujo nueva maquinaria que redujo sustancialmente la monotonía del procesamiento de los granos de quinua. Las mujeres se beneficiaron aún más del mayor acceso al mercado, con una cooperativa que ahora distribuye a través de la principal cadena de suministro de supermercados de Marruecos. También se han abierto oportunidades de exportación gracias a la creación del primer grupo de productores de quinua orgánica del país.
Volviendo a poner el mijo pequeño sobre la mesa
El mijo pequeño rico en micronutrientes, que alguna vez fue un alimento básico para muchas familias campesinas de la India, fue desplazado en gran medida por la industrialización de la agricultura y la promoción generalizada del trigo y el arroz a través del sistema de distribución pública del país. Dado que estos cereales de mayor rendimiento resultan vulnerables a una serie de tensiones climáticas, el mijo pequeño está demostrando una vez más su valor.
El Año Internacional del Mijo en el 2023 traerá un enfoque renovado a estos pequeños pero poderosos granos. Al necesitar poca agua o fertilizante, tienen una temporada de crecimiento corta que permite a los agricultores incluirlos en períodos cálidos durante su rotación estacional de cultivos. Para los agricultores con pocos recursos para invertir, el mijo pequeño ofrece dietas más saludables, seguridad alimentaria y oportunidades económicas.
Sobre la base de investigaciones anteriores que demostraron su valor nutricional y al mismo tiempo destacaron las barreras clave para expandir su producción y consumo, el IDRC apoyó una serie de innovaciones para reintroducir el mijo pequeño a una escala más amplia. Un desafío clave es la monotonía de descascarar los granos, un trabajo que generalmente realizan las mujeres. A través de la investigación colaborativa, científicos canadienses y de la India trabajaron juntos para ampliar el uso de descascaradoras más eficientes que reducen esta mano de obra.
Al trabajar en las cadenas de valor locales, también crearon oportunidades comerciales para los fabricantes de equipos y las empresas alimentarias, aumentando el acceso local a productos asequibles de mijo pequeño, listos para cocinar y listos para comer. Las empresas de mediana escala en 10 estados de la India recibieron 192 unidades para procesar mijo, y los productos resultantes sirvieron a casi 300.000 clientes.
En Tamil Nadu, las micro, pequeñas y medianas empresas recibieron apoyo personalizado para mejorar la calidad y la higiene de sus prácticas de producción y comercialización. El proyecto también promovió tecnologías de valor agregado en el este, centro y norte de la India, desarrollando la capacidad de adoptantes y promotores potenciales, como ONG y agencias gubernamentales. La investigación relacionada con estas innovaciones contribuyó a las iniciativas de la “Millet Mission” en varios estados y ha ayudado a defender la inclusión de mijo pequeño en los programas de distribución de alimentos subsidiados por el gobierno.
Hacia sistemas alimentarios más resilientes y empoderadores
Las soluciones que combinan la resiliencia climática, las dietas saludables y el empoderamiento de las mujeres y otros grupos vulnerables son fundamentales en todas las inversiones del IDRC en los sistemas alimentarios. En asociación con la fundación Rockefeller Foundation, Catalizando el cambio para sistemas alimentarios saludables y sostenibles está sintetizando nueva evidencia para promover dietas saludables, equitativas y sostenibles a través de sistemas alimentarios transformadores.
En Etiopía, por ejemplo, los investigadores están mapeando los sistemas alimentarios para identificar puntos de entrada para la acción política para influir en la disponibilidad y asequibilidad de alimentos protectores y saludables. En Kenia, la investigación está explorando cómo las microempresas pueden desempeñar un papel en el cambio de las preferencias de los consumidores de alimentos ultraprocesados a opciones más sostenibles y saludables.
Lograr la resiliencia climática en la agricultura también se trata fundamentalmente de fortalecer la resiliencia de las comunidades agrícolas utilizando palancas sociales, económicas y políticas que brinden una mayor participación a las comunidades vulnerables en la configuración de su futuro.
En América Central y del Sur, Medio Oriente y África del Norte, una cohorte de siete proyectos respaldados por la Iniciativa de Transformación de los Sistemas Alimentarios del IDRC tiene como objetivo promover un cambio en el liderazgo de los sistemas alimentarios al comprender cómo los grupos que buscan equidad pueden beneficiarse e impulsar el proceso de cambio. La investigación en tres territorios de Colombia, por ejemplo, ensayará cómo el empoderamiento de las comunidades indígenas puede contribuir a cambios positivos en sus sistemas agroalimentarios.
Aprovechando el conocimiento indígena, el proyecto investigará qué cambios responden mejor a las aspiraciones de la comunidad y encontrará formas de ayudar a los grupos que buscan la equidad a tomar decisiones clave sobre sus sistemas alimentarios.
Obtenga más información sobre el trabajo del IDRC para transformar los sistemas alimentarios