El trabajo de la familia Ndegu pone de relieve una tendencia creciente en el sur de África, donde los pequeños productores están añadiendo valor a las plantas autóctonas. Sin embargo, esta transformación no se produjo por sí sola. Fue posible gracias al apoyo y la formación que brindaron expertos como Penny Hiwilepo-van Hal, científica alimentaria de la Universidad de Namibia.
“Queríamos cerrar la brecha entre el conocimiento tradicional y el procesamiento moderno”, explicó la profesora titular. “Al trabajar directamente con las comunidades, pudimos entender cómo utilizan estas plantas y ayudarlas a mejorar sus métodos para crear productos adecuados para el mercado”.
La Universidad de Namibia recibió financiación para esta investigación de un consejo nacional de subvenciones científicas , gracias a una iniciativa más amplia apoyada por el IDRC y varios otros donantes para fortalecer las capacidades de los consejos de subvenciones científicas en el África subsahariana.
Hiwilepo-van Hal y su equipo examinaron las plantas autóctonas para determinar sus beneficios nutricionales y desarrollaron y compartieron técnicas de procesamiento y planes comerciales para mejorar su venta. El próximo desafío, dijo, es domesticar estas plantas para garantizar que estén disponibles durante más tiempo y no solo en su breve ventana estacional, y en mayor cantidad.
El equipo de investigación ha realizado un esfuerzo concertado para involucrar a las comunidades locales en cada etapa del proyecto. Este enfoque participativo garantiza que los productos resultantes, tales como la mermelada de hibisco y el jugo de naranja silvestre, no solo cumplan con los estándares del mercado, sino que también conserven su valor cultural único.
El impacto ha sido significativo. Por ejemplo, Hiwilepo-van Hal notó recientemente frutas autóctonas como el hibisco y las naranjas silvestres en el supermercado, un testimonio de la nueva apreciación por estos productos tradicionales que solían estar disponibles solo de vendedores ambulantes.
Para personas como Maria Ndegu, el proyecto ha abierto las puertas a la independencia económica: “Nuestro negocio está creciendo. No se trata solo de hacer mermeladas o jugos, se trata de crear un futuro mejor para nuestra comunidad”.