Pasar al contenido principal
 
Media
Sembrando el futuro

La inseguridad alimentaria y la malnutrición están aumentando en todo el mundo debido a la inestabilidad económica, la desigualdad alta y persistente y la falta de acceso a dietas saludables asequibles. 

Las personas más vulnerables, a menudo mujeres, jóvenes y pueblos indígenas, luchan por acceder a alimentos de alta calidad. A través de iniciativas apoyadas por el IDRC, las comunidades están abordando estos problemas de frente mediante el desarrollo de soluciones innovadoras que hacen que los alimentos saludables y nutritivos sean más accesibles. 

En Namibia, los empresarios locales están agregando valor a las frutas silvestres autóctonas, convirtiéndolas en productos comercializables. En Ghana, nuevas y audaces políticas alimentarias, tales como un impuesto a las bebidas azucaradas, están transformando la forma en que las personas acceden a opciones más saludables. En Colombia, investigadores y agricultores están colaborando para introducir variedades de papa ricas en nutrientes que aborden las necesidades locales de seguridad alimentaria. En conjunto, estos proyectos resaltan una poderosa combinación de conocimiento tradicional, investigación científica y acción liderada por la comunidad destinada a crear sistemas alimentarios sostenibles e inclusivos para el futuro.

 

Añadiendo valor a las cosechas autóctonas comercializables

En las polvorientas llanuras de las afueras de Ondangwa, Namibia, Maria Ndegu y su familia han creado un negocio prometedor a partir de los frutos de la tierra. Maria forma parte de una iniciativa local para recolectar plantas autóctonas tales como la fruta marula, la fruta jackalberry y el hibisco. Estas plantas silvestres infrautilizadas se transforman ahora en una mayor diversidad de productos, como mermeladas, jarabes y jugos, lo que proporciona una nueva fuente de ingresos y nutrición para su familia y su comunidad.

“La fruta marula solía desperdiciarse porque nadie sabía qué hacer con ella”, explicó Ndegu, aunque existe una bebida fermentada tradicional hecha con ella. 

Ahora, hacemos jarabes que a la gente le encantan. “Es sorprendente ver cómo algo que antes se pasaba por alto se convierte en algo valioso que podemos comer y vender en el mercado.

Maria Ndegu, fabricante de mermeladas y jarabes

El trabajo de la familia Ndegu pone de relieve una tendencia creciente en el sur de África, donde los pequeños productores están añadiendo valor a las plantas autóctonas. Sin embargo, esta transformación no se produjo por sí sola. Fue posible gracias al apoyo y la formación que brindaron expertos como Penny Hiwilepo-van Hal, científica alimentaria de la Universidad de Namibia.

“Queríamos cerrar la brecha entre el conocimiento tradicional y el procesamiento moderno”, explicó la profesora titular. “Al trabajar directamente con las comunidades, pudimos entender cómo utilizan estas plantas y ayudarlas a mejorar sus métodos para crear productos adecuados para el mercado”.

La Universidad de Namibia recibió financiación para esta investigación de un consejo nacional de subvenciones científicas , gracias a una iniciativa más amplia apoyada por el IDRC y varios otros donantes para fortalecer las capacidades de los consejos de subvenciones científicas en el África subsahariana.

Hiwilepo-van Hal y su equipo examinaron las plantas autóctonas para determinar sus beneficios nutricionales y desarrollaron y compartieron técnicas de procesamiento y planes comerciales para mejorar su venta. El próximo desafío, dijo, es domesticar estas plantas para garantizar que estén disponibles durante más tiempo y no solo en su breve ventana estacional, y en mayor cantidad.

El equipo de investigación ha realizado un esfuerzo concertado para involucrar a las comunidades locales en cada etapa del proyecto. Este enfoque participativo garantiza que los productos resultantes, tales como la mermelada de hibisco y el jugo de naranja silvestre, no solo cumplan con los estándares del mercado, sino que también conserven su valor cultural único.

El impacto ha sido significativo. Por ejemplo, Hiwilepo-van Hal notó recientemente frutas autóctonas como el hibisco y las naranjas silvestres en el supermercado, un testimonio de la nueva apreciación por estos productos tradicionales que solían estar disponibles solo de vendedores ambulantes. 

Para personas como Maria Ndegu, el proyecto ha abierto las puertas a la independencia económica: “Nuestro negocio está creciendo. No se trata solo de hacer mermeladas o jugos, se trata de crear un futuro mejor para nuestra comunidad”.

Políticas audaces facilitan una alimentación saludable en Ghana

Como activista que se encuentra en medio de los esfuerzos para facilitar a los ghaneses una alimentación saludable, Jeffrey Opoku le dio la bienvenida a una política introducida en marzo de 2023: un impuesto del 20% a las bebidas azucaradas. 

“Creo que el impuesto al azúcar puede cambiar significativamente las opciones de bebidas en todos los grupos de edad”, dijo este líder juvenil que participa en varias campañas, tales como Act4Food, destinadas a generar conciencia nacional sobre la necesidad de una dieta más saludable. 

Mi esperanza es que más personas tomen conciencia de este impuesto y exijan que se utilice para que las opciones de dieta saludable sean más asequibles para ellos.

Jeffrey Opoku, activista por una alimentación sana

El optimismo de Opoku llega en un momento crucial para Ghana. El país, como muchos en África, enfrenta una doble carga de malnutrición: desnutrición y crecientes tasas de obesidad. Se prevé que las enfermedades no transmisibles, como la diabetes tipo 2 y la hipertensión, se conviertan en las principales causas de muerte para el 2030, impulsadas por dietas poco saludables y entornos alimentarios deficientes. En respuesta, el Gobierno de Ghana se ha comprometido a diseñar políticas que puedan revertir estas tendencias.

Media
Escolares de Ghana almuerzan en una mesa. Escolares en Ghana almuerzan en una mesa.
Sherita Elorm Ayivi
Como parte de la campaña #SchoolFood4Future, un servicio de catering escolar en Ghana sirvió comidas a base de frijoles, que son ricos en fibra y proteínas vegetales. 

El impuesto a las bebidas azucaradas colocó al país entre los pioneros en la creación de entornos alimentarios más saludables para el consumidor. Es el primer logro importante en un amplio impulso para cambios de políticas en materia de alimentos, encabezado por la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Ghana. Con el apoyo de una asociación entre el IDRC y The Rockefeller Foundation, la universidad ha estado reuniendo evidencia y movilizando una coalición de agencias gubernamentales, investigadores y organizaciones de la sociedad civil hacia este objetivo. 

Amos Laar, profesor de nutrición en salud pública en la Universidad de Ghana, destaca la necesidad de aprovechar el impulso actual con medidas políticas más amplias. 

"El impuesto del 20% a las bebidas azucaradas fue un avance significativo, pero es sólo el comienzo", dijo. "Para transformar verdaderamente el entorno alimentario de Ghana, necesitamos un enfoque integral que incluya regulaciones más estrictas sobre la comercialización de alimentos no saludables para los niños y un etiquetado más claro en la parte frontal de los paquetes".

La coalición también está abogando por reformas en las compras públicas para orientar a los departamentos y programas gubernamentales, por ejemplo, escuelas y hospitales, hacia la compra de alimentos saludables: cambios que ayudarían a activistas como Jeffrey Opoku a lograr sus objetivos.

"El trabajo de nuestra coalición no se trata de una política", dijo Laar. "Se trata de crear un sistema alimentario más saludable y equitativo para todos los ghaneses".

Laar espera que el progreso de Ghana inspire políticas similares en todo el continente, allanando el camino para entornos alimentarios más saludables y sostenibles para las generaciones futuras.

Media
Remote video URL

Papas más saludables brindan oportunidades a los agricultores colombianos

Hace más de una década, agricultores como Luis Aza en las tierras altas de Nariño, en el suroeste de Colombia, luchaban cada vez más contra la baja producción de papas. La sequía y las enfermedades de los cultivos que eran nuevas en sus niveles de altitud amenazaban este alimento básico, dejando a las familias vulnerables a la inseguridad alimentaria y la desnutrición. Ahora, con variedades mejoradas de papa amarilla desarrolladas mediante los esfuerzos de mejoramiento vegetal en los que participaron, estos agricultores disfrutan de mayores rendimientos y cosechas más saludables. También están viendo cómo el enfoque colaborativo en el que participaron con los investigadores sigue combinando la ciencia y el conocimiento tradicional para abordar muchos más problemas de seguridad alimentaria y nutrición. 

“Estas nuevas papas han marcado una gran diferencia en nuestros campos”, dijo Aza, quien ha estado involucrado desde las primeras etapas de la investigación. 

Ahora tenemos suficiente para alimentar a nuestras familias y vender en el mercado.

Luis Aza, productor de papas

El trabajo comenzó en el 2012 en el marco de una alianza entre la Universidad Nacional de Colombia y la Universidad McGill de Canadá, cuyo objetivo era combatir la desnutrición. Las variedades de papa resultantes de esta investigación apoyada por el IDRC y el Ministerio de Asuntos Globales de Canadá contienen un 19% más de hierro y un 17% más de zinc que los tipos tradicionales, lo que ayuda a abordar problemas como la anemia en las comunidades rurales. Las papas han triplicado con creces el rendimiento promedio (de 12 a 37 toneladas por hectárea) y ofrecen una resistencia moderada a enfermedades como el tizón tardío, lo que genera un aumento del 18% en los ingresos de los agricultores.

El proyecto inicialmente tenía como objetivo llegar a 1,5 millones de consumidores, pero ha beneficiado a 13 millones de colombianos, gracias a una sólida colaboración con productores de semillas locales, empresas privadas e instituciones nacionales. Los socios establecieron un sistema de semillas sostenible para garantizar que los agricultores tuvieran acceso a semillas de alta calidad sin depender de subsidios externos. 

Media
Dos niños remueven el contenido de un bol en una clase de cocina.
Teresas Mosquera Vasquez/ Universidad nacional de Colombia
Una de las estrategias utilizadas para revitalizar la cultura alimentaria indígena en Colombia es el programa “Pequeños cocineros ancestrales” para niños.

“Junto con la comunidad, abordamos la situación de manera integral y con especial foco en las mujeres y las niñas, para incorporar la nueva papa en la dieta, pero también para diversificar la dieta. Porque las papas no son suficientes. Entonces, trabajamos con otros cultivos, con verduras, con frutas y también con proteína de animales menores, con la institución que se encarga en Colombia del bienestar de las familias y los niños”, explicó Teresa Mosquera Vásquez, profesora de ciencias agrícolas y directora de investigación y extensión rural de la Universidad Nacional de Colombia.

Utilizando el mismo enfoque colaborativo, Mosquera Vásquez ahora lidera una investigación, con pueblos indígenas en los departamentos de Cauca y Nariño como coinvestigadores, para mejorar la sostenibilidad de sus sistemas alimentarios y la biodiversidad, respetando las aspiraciones de las comunidades y los conocimientos ancestrales.

Soluciones locales innovadoras para un desafío global

Desde el procesamiento innovador de alimentos indígenas en Namibia hasta las coaliciones para la reforma de políticas en Ghana y el mejoramiento colaborativo de plantas en Colombia, la investigación está demostrando el poder de las soluciones impulsadas por la comunidad para construir sistemas resilientes donde haya más alimentos saludables disponibles. El liderazgo local y la experiencia científica no solo están resolviendo los desafíos inmediatos de seguridad alimentaria, sino que también están allanando el camino para un cambio duradero.

ⓘ Créditos de las fotografías 
Imagen superior: Bryon Lippincott | Mujer preparando plántulas de arroz para plantar en las afueras de Hanoi en el norte de Vietnam.   
Rotador 1: Robin Hammond/Panos Pictures / Panos Pictures | Katrina Simeone, agricultora y propietaria de una tienda en Oshipala (Namibia), habla con algunos jóvenes clientes.  
Rotador 2: Amos Laar | Las organizaciones de la sociedad civil organizaron marchas para sensibilizar a los ghaneses sobre los efectos nocivos de las bebidas azucaradas y los beneficios de gravar estos productos. 
Rotador 3: Universidad nacional de Colombia | Los agricultores estuvieron satisfechos con los rendimientos mayores obtenidos con las nuevas variedades de papa que ellos mismos ayudaron a seleccionar y cultivar.