Según el Índice de Desarrollo de Viajes y Turismo de 2021 del Foro Económico Mundial, que mide todos los factores que promueven el desarrollo del sector, Bolivia está en la posición 91 de 117. A modo de comparación, Perú está en el puesto 65 y Chile en el 34. Colombia, que recién surge de décadas de conflictos que finalizaron en forma parcial mediante un acuerdo firmado en 2016 con las guerrillas del FARC, se encuentra en una posición mejor, es decir, en el número 58 de la lista.
El vehículo de tracción en las cuatro ruedas se lanza en una inmensa planicie blanca, que se extiende hasta donde alcanza la vista. No se trata de un suelo de cal, tampoco es nieve, es el desierto de sal más famoso del mundo, el Salar de Uyuni. Esta joya natural de Bolivia tiene casi 10.500 km2 y se encuentra a 3.658 metros de altura. Situado en la provincia de Sud Lípez, una región árida cercana a la frontera con Chile, este paisaje increíble se convierte en mágico en la estación de lluvias, entre diciembre y marzo. El suelo se cubre con una fina capa de agua, que crea un efecto espejado deslumbrante. Algunas guías ofrecen a los turistas posar en esta superficie sin el menor relieve que crea ilusiones ópticas y distorsiona totalmente las distancias.
Este desierto de sal fue visitado por 298.000 personas en 2016, según los más recientes datos disponibles. Mientras que el Salar de Uyuni es una de las atracciones turísticas más populares del país junto con La Paz, su capital, el resto del territorio no goza del mismo entusiasmoa a pesar de su enorme potencial.
Por lo menos este es el diagnóstico que realizaron las 15 personas que componen el equipo de Orbita, un observatorio de investigación y turismo sostenible inaugurado en 2022 bajo el liderazgo de la Fundación IES (un organismo privado sin fines de lucro) y de la Red de Soluciones para el Desarrollo Sostenible (SDSN) de las Naciones Unidas, que abarca varios institutos nacionales, inclusive uno de Bolivia. Orbita cuenta con el apoyo del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC), por eso visitamos el país.
El propósito del proyecto, que comenzó en 2022 y terminará en mayo de 2024, es producir evidencia del interés turístico con que cuenta Bolivia y proporcionar datos que alienten las inversiones para fomentar un modelo responsable. La investigación orientará al turismo a generar empleos de calidad, respetando el medioambiente. «El objetivo final es comprender cómo y en qué circunstancias el turismo puede ser una herramienta para el desarrollo inclusivo y que beneficie a toda la población, en especial a las mujeres, que ocupan el 72% de los puestos en el sector», expresa con entusiasmo Julián Vargas, consultor de la Fundación IES.
Las expectativas son altas. Este país de 12 millones de habitantes es uno de los más pobres del continente: 13% de la población vive en extrema pobreza y el 37% por debajo de la línea de la pobreza, según cifras del Programa Mundial de Alimentos. Las comunidades autóctonas son las más vulnerables. ¿Podría el turismo cambiar el rumbo?

Más allá de las minas
La labor del equipo de investigación consiste en primer lugar en comparar el sector turístico con las industrias asociadas con la explotación de los recursos naturales. Debemos tener presente que la economía de Bolivia depende en gran medida de las industrias de extracción (el famoso Salar de Uyuni también contiene un cuarto de las reservas de litio del planeta). Las actividades mineras y petroleras representan el mayor sector exportador, tal como lo muestran las cifras del período 2016 a 2019: las exportaciones de minerales representaron 3,8 mil millones de dólares anuales, mientras que las exportaciones de hidrocarburos alcanzaron casi los 2,7 mil millones. Estas dos industrias, altamente contaminantes, generan empleos; pero casi exclusivamente para hombres.
Por otro lado, el turismo generó 799 millones de dólares americanos en 2019. El país cuenta con 1200 hoteles, además de cientos de establecimientos informales y alojamientos privados, pero muchas han cerrado debido a la pandemia de la COVID-19. Por lo tanto, es esencial volver a estimular al sector, uno de los objetivos de Orbita.
Aunque se define como un sector estratégico, el turismo solo recibe $8,7 millones de dólares en inversión pública anual. La labor de Orbita «es brindar datos precisos que espero que permitan que el gobierno comprenda mejor cómo funciona el turismo», dice Helga Cisneros, Directora de la Cámara Hotelera Departamental de La Paz.
La recolección de datos actualizados, otra actividad principal de Orbita planificada hasta 2024, es fundamental para definir el perfil de los visitantes. «Es claro que las estadísticas sobre turismo no son prioridad para el gobierno, que solo brinda cifras sobre el flujo y los medios de transporte que no son confiables, indica Andrés Aramayo, Director General de Orbita. Estas cifras se basan en los puntos fronterizos; pero, en muchos casos, están aumentadas porque son puntos de cruce para el contrabando. Este es por ejemplo el caso de Desaguadero, en la frontera con Perú». Sabemos sin embargo que en 2022 cerca de 800.000 personas visitaron el país, según Luis Ampuero, Director de la Cámara Hotelera de Bolivia, una cifra mucho menor que la anterior a la pandemia de COVID-19.

No obstante, al estudiar el flujo, el origen o el consumo de los viajeros, el equipo de Orbita puede detectar las diferentes formas de turismo. Esto llevó al equipo a interesarse en el poblado de Luribay, a tres horas de La Paz. En esta pequeña localidad, con una frondosa vegetación y rodeada por majestuosas montañas rocosas, gastronomía, viñedos y huertas son utilizados para homenajear a turistas mayoritariamente locales (solo el 20% viene del exterior). Es el destino ideal para escaparse de la capital, aunque poco concurrido, ya que solo atrae 800 personas al año, 600 de las cuales reservan paquetes con todo incluido y pasan la noche allí, mientras que las otras 200 solo se quedan a pasar el día. Caminamos alrededor de la bella plazoleta central y vemos que hay pocos servicios: apenas un restaurant y algunas tiendas con pocos artículos.
No obstante, hay mucho para disfrutar: degustación de vinos, caminatas por extensas tierras de cultivo, visitas a los colmenares y concienciación sobre los efectos del calentamiento global con el apicultor Demetrio Alavi. Los visitantes curiosos pueden visitar el poblado cercano de Catavi, la bodega (casa colonial) de José Manuel Pando, soldado en la guerra del Pacífico contra Chile del siglo XIX, que se convirtiera en Presidente de Bolivia. Las armas y las cajas de medicamentos parecen no haber salido nunca de este edificio casi en ruinas y un poco polvoriento.
¿Cómo promocionar la región y su herencia, y cómo atraer más visitantes? Esta es la pregunta que lleva a reflexionar al equipo de Orbita, al que le interesa mejorar el turismo a pequeña escala y para que las 200 familias de la zona puedan beneficiarse, de acuerdo con los principios del turismo comunitario.

Investigación para el esclarecimiento
Para estimular la reflexión, se recurre a la comunidad universitaria. Orbita se ha asociado con la Universidad Privada de Bolivia (UPB) y la Universidad Católica de Bolivia.
El proyecto financia un total de 25 tesis o disertaciones de maestrías por una suma de 14.000 pesos bolivianos (cerca de 2700 dólares canadienses) cada una. Estos trabajos también se publican en blogs especializados y cuentan con un cuidadoso apoyo pedagógico.
El objetivo es doble: usar los resultados para impulsar la investigación de Orbita y de SDSN, y alentar a los estudiantes a seguir carreras relacionadas con el turismo. «Desde la pandemia, pocos estudiantes quieren trabajar en este sector», señala Marco Antonio Abastoflor Portugal, Director de las carreras del Programa de Administración Turística de la Universidad Católica. «Podemos hablar de una crisis en el sector».
Los perfiles seleccionados por competencia, son variados y de todas las disciplinas. En las oficinas de SDSN alojadas en la UPB, Pía Piovesan, 24 años, inscripta en la Licenciatura en Economía, estudia el rol de las mujeres como agentes y consumidoras del turismo nacional de Bolivia, mientras que Loreley Huanca, de 23 años, ingeniera, está interesada en el poder de las compañías aéreas sobre el flujo de turistas. «No sabía nada acerca del turismo antes de esta convocatoria», admite Pía Piovesan riéndose. «Pero es un sector transversal que nos afecta a todos, con un inmenso potencial. Existen muchas actividades y clases de turismo diferentes». A su lado, su colega Loreley Huanca se ve a sí misma desarrollándose en este campo de trabajo. Las dos estudiantes deben presentar sus trabajos el próximo diciembre.
Viviana Valda, de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Franz Tamayo, otra universidad con la que Orbita ha firmado un acuerdo, explica lo siguiente: «Debemos hacer que el sector sea atractivo para las futuras generaciones, debemos capacitarlas como profesionales, y creo importante que las universidades se involucren».
Asistencia personalizada
En el marco del proyecto, los equipos de Orbita y de SDSN ofrecen además un servicio de asesoramiento. Brindan servicios de consultoría a 33 empresas de turismo comunitario en el desarrollo de una oferta turística basada en la demanda. Por el momento, Orbita está colaborando con dos representantes, la asociación La Cabaña Unión, situada en Luribay, en la base de la cadena montañosa Quimsa Cruz, y con la organización turística de Astucopecha (que reúne a 31 comunidades), a orillas del lago Titicaca. Estas «han sido elegidas mediante una tabla de evaluación de necesidades», según dice Martha Jemio, la Coordinadora de Orbita que dirige este aspecto del proyecto.
Doblando por un callejón con bastante sombra en Luribay, se encuentra la casa de Omar Apaza Calle, de 42 años. Este afable padre de familia, que dirige la posada rústica Cabaña Unión, con una capacidad de 32 camas, y el viñedo cercano, nos ofrece una malteada de vino para desayunar. «Todos nuestros platos se ofrecen en consulta con los productores locales», nos asegura. «Tratamos de desarrollar una oferta basada en la calidad, el estilo gourmet y la estética; más que en la cantidad». En el menú hay recetas locales tradicionales, como el lambreado de cuy, carne de cobayo que se consume en las celebraciones.
Aunque coopera con varios operadores de tours que le aseguran una clientela regular, Omar Apaza Calle ha pedido ayuda a Orbita para ampliar su oferta en línea. Gracias a varios talleres gratuitos organizados durante el año, está aprendiendo de forma progresiva a manejar las redes sociales y a destacar sus fotografías. «Es esencial trabajar con Orbita para promover el sitio. Todo el proyecto es positivo porque puede generar ganancias importantes para todas las familias», expresa Omar. Cuando lo visitamos estaba a la espera de 12 turistas para ese fin de semana.
Él no es el único que ha tenido que volcarse a lo digital. Más del «40% de las agencias afiliadas a ABAVYT [Asociación de Agencias de Viajes y Turismo de Bolivia] han cerrado desde el principio de la pandemia, eran 120 y ahora son 75. Esto nos obliga a que el sector se enfoque en lo digital, muchas empresas deberán dar un salto tecnológico. Existen falencias en cuanto a la inversión pública, tenemos mucho por hacer para mejorar nuestra oferta», explica Patricia Céspedes, Directora de ABAVYT, a quien encontramos en las instalaciones de Orbita, en el centro de La Paz.
En las costas del lago Titicaca, la parte de «asesoramiento» que brindará Orbita está en vías de desarrollo. A tres horas en auto de la emblemática ciudad de Copacabana, que atrae la mayor cantidad de turistas de la región, el pueblito de Challapata no cuenta con la misma popularidad, a pesar de las muchas excursiones que ofrece.

Golpeamos la puerta de un modesto albergue de siete camas donde nos encontramos con Susibilica Apasa, la responsable local del desarrollo del turismo en la zona. Ella está vestida con la ropa típica de las cholas (mujeres bolivianas con fuertes raíces culturales indígenas), vestido con volados y un sombrero bombín cubre sus dos trenzas largas atadas con una tullma (palabra quechua que designa esta atadura particular). Esta mujer jovial de 48 años nombra, con gran orgullo, las atracciones locales: los sitios arqueológicos, las iglesias, las lagunas, sin dejar de mencionar la Isla Chiquipa, a una hora en bote, que ofrece vistas inmejorables de la bahía. «Nos gustaría fomentar el intercambio cultural entre los visitantes y la población local», dice ella.
Dentro de su labor de asesoramiento, Orbita enfatiza el valor de una oferta basada en la promesa de paisajes preservados y todavía secretos. «Necesitamos ayudar a los líderes comunitarios para que entiendan las oportunidades que presenta el turismo», explica Andrés Aramayo.
Los 7.186 habitantes de Escoma, una aldea cercana a Challapata, solo anhelan una cosa: que el turismo atraiga una vez más a los jóvenes que se han ido a otros lugares en búsqueda de empleo después de la pandemia de la COVID-19. «Los jóvenes podrían convertirse en guías turísticos, también trabajar en los restaurantes. ¿Cómo hacemos para que regresen?», se pregunta Susibilica Apasa.
Cambios estructurales

Luis Ampuero, Presidente de la Cámara Hotelera de Bolivia, señala dos problemas estructurales: «Hay, al menos, dos obstáculos para el turismo: la obligación que tienen ciertas nacionalidades, como los americanos o los israelíes, de conseguir una visa para ingresar al territorio boliviano, y las conexiones muy precarias entre las ciudades, ya que no tenemos una aerolínea de bajo costo». Los viajes al interior del país pueden ser costosos o muy largos cuando se toma un autobús.
Sobre todo, «el problema de Bolivia es que no nos consideramos un país turístico, a pesar de que este es el sector que podría producir el mayor impacto sobre la población lo más rápido posible», dice Ampuero a continuación. El equipo de Orbita quiere remediar este asunto.
Sus 15 empleados están tratando de que el modelo resulte sostenible y que se mantenga a largo plazo. «Por ahora, Orbita no existe como una institución en sí misma, pero estamos pensando en hacer que el proyecto sea sostenible más allá de los dos años previstos por el IDRC», promete Julián Vargas, de la Fundación IES.
En marzo de 2024 Orbita deberá presentar sus resultados a IDRC. Los equipos tienen hasta mayo, la fecha final del proyecto, para evaluar las oportunidades de continuar colaborando con los líderes y empresas comunitarias.
Tal como los paisajes espectaculares del Salar de Uyuni, otros lugares también podrían contribuir para hacer que el país se convierta en un referente en materia de ofertas turísticas respetuosas del medio ambiente.

El programa descripto en este artículo y la producción de este informe fueron posibles gracias al apoyo del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo (IDRC) de Canadá.
La versión original de este artículo fue publicada en la edición de septiembre de 2023 de la revista Québec Science.