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By: Anne-Hélène Mai
 

Ahora que el mundo de la inteligencia artificial (IA) está en pleno avance, África se moviliza para sacar partido de las circunstancias y aprovechar, de forma plena, todo aquello que promete esta tecnología.

En 2014, los jefes de Estado de 32 países crearon la Alianza Smart Africa para determinar las orientaciones a ser privilegadas y estimular las inversiones. Luego, el prestigioso Instituto Africano de las Ciencias Matemáticas lanzó una maestría en inteligencia artificial, patrocinada por Facebook y Google. En Lagos, el centro Data Science Nigeria se ha fijado el objetivo de formar un millón de nigerianos/as en ciencias de datos al 2027 y de crear un ecosistema floreciente/pujante para hacer del país un socio ideal a escala internacional. En la región occidental, los jóvenes han lanzado el Instituto de Algoritmos de Senegal, así como el espacio GalsenAI, para reunir a los apasionados de los macrodatos. ¡Y estos son solo algunos ejemplos!

Cuando se creó el Instituto Etíope de Inteligencia Artificial, en 2020, el Primer Ministro etíope, Abiy Ahmed, declaró: ”No deseamos que nuestros jóvenes sean solo observadores lejanos y que se adapten a lo que el resto del mundo haya producido”. “En África reina un sentido de urgencia: si el continente no pudo ocupar su lugar en las últimas revoluciones industriales, esta vez será diferente, lo prometemos.” Dado que el 84% de los intercambios comerciales del continente se realizan con el exterior, la emancipación resulta imposible sin mayor independencia económica, hecho que reconocieron los representantes políticos y del mundo de los negocios reunidos en el Foro CEO de África el último junio.

A medida que los proyectos aumentan y las empresas se multiplican (ver nuestros retratos de jóvenes talentos finalistas de un concurso de innovación de Villgro Africa en continuación), los investigadores tratan de poner todo en perspectiva/dar un paso atrás.

Un Agrónomo Automático

2 hombres de pie en el campo mirando un teléfono móvil que uno de los hombres sostiene.
Agrix Tech

En 2015, el ingeniero informático Adamou Nchange Kouotou invirtió en una pequeña plantación de plátanos con el fin de crear una segunda fuente de ingresos.

No le preocupó no tener ninguna formación en agricultura:

«Pensé que era simple: tú plantas y crece».

Un virus rápidamente atacó toda su producción y él tiró la toalla.

Este fracaso brutal lo marcó, y la agricultura resultó ser su primera fuente de inspiración cuando comenzó a interesarse en la IA en 2018. «Me di cuenta que podemos ayudar a los agricultores a luchar contra las enfermedades de las plantas utilizando el aprendizaje automático y la visión computarizada». Una solución práctica, ya que a menudo no se cuenta con los medios para abonar los servicios de un agrónomo.

Según el ingeniero, casi la mitad de la producción agrícola se pierde en África a causa de las enfermedades y de las malas prácticas. Ante estos riesgos, las instituciones financieras son reticentes a prestar fondos a los pequeños productores.

Por eso, Adamou Nchange Kouotou desarrolló Agrix Tech, una aplicación que reconoce las enfermedades y las plagas a partir de fotografías y de videos que aportan los agricultores. La versión gratuita funciona con la publicidad y se limita al diagnóstico de la infección.

Los servicios pagos, por otra parte, ofrecen un seguimiento personalizado de la evolución de las cosechas, con notificaciones para cada tarea a efectuar.

El soporte también incluye un análisis de riesgo del terreno antes del proyecto de cultivo. «Asignamos una puntuación que consultan nuestros socios de microfinanzas locales para otorgar un crédito o no».

Más de 700 agricultores de Camerún usan este programa, que aún está en la etapa de desarrollo. La acumulación de datos de las características de las plantaciones y de los rendimientos obtenidos, enriquece el modelo.

«Queremos que sea más inteligente y eficiente que la solución empírica», explica Amadou Nchange Kouotou.

La sudafricana Rachel Adams, una verdadera experta en derechos humanos y en IA, fundó el Observatorio Africano de Inteligencia Artificial Responsable (OAIAR) a principios de 2022 para llamar a la reflexión. ¿Qué significa la IA para África? ¿Cuáles son los riesgos y los beneficios para las sociedades africanas? ¿La implementación de estas tecnologías puede afectar a la democracia? ¿Cómo podemos apoyarnos en los sistemas de valores, las tradiciones y los códigos culturales de África para establecer guías éticas? Y, ¿qué sería una IA de África y para África? Esas son las cuestiones a las que se dedican los miembros del Observatorio.

«Queremos aportar la experiencia africana a la escena mundial», expresa Rachel Adams, que también dirige el Centro Just AI. ”Las discusiones que abarcan la IA se ven influenciadas por los países del hemisferio norte. Por lo tanto, las herramientas desarrolladas reflejan sus estándares éticos, normativos y de gobierno: es necesario que los países del Sur tengan su lugar en las reflexiones”.

A través de OAIAR, organismo que cuenta con el aporte, entre otros, del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, de Canadá, la investigadora quiere ofrecer herramientas a los países de África para supervisar la implantación de la IA y para darle un marco adecuado.

¿Solución O Desvío?

En concreto, ¿cómo se puede aplicar la IA en África?

El mundo bancario se encuentra entre los primeros en adoptarla. De Este a Oeste, las instituciones financieras proceden a incorporar la IA a sus sistemas de otorgamiento de crédito o de servicios al cliente. De forma paralela, la firma canadiense Proto ha tenido un gran éxito entre los bancos africanos: su tecnología automatiza la recepción de reclamos, y esto en una diversidad de lenguas locales como el kinyarwanda y el twi. La digitalización de los servicios bancarios es además un medio, según ADFI (Africa Digital Financial Inclusion Facility), para ofrecer servicios más eficaces e inclusivos.

Los miembros de OAIAR han criticado esto. «Cuando es una máquina quién decide que no tienes derecho a un préstamo bancario, un puesto, una visa… ¿a quién acudes?», pregunta en una entrevista la investigadora de Namibia Kristophina Shilongo.

La equidad de los sistemas inteligentes reposa, en gran parte, en los datos que se les han suministrado. «Los datos disponibles en África se basan, en gran medida, en las experiencias de los hombres», afirma Rachel Adams. «Por lo tanto, los servicios están sesgados. Pero esto no representa solamente un problema de IA: esto es el resultado de problemas estructurales profundos». Para contrarrestar esta tendencia, el OAIAR se compromete a incluir la dimensión de género y de raza en todos sus trabajos.

Además, la red del OAIAR trabaja en la descolonización de la IA. «Queremos identificar, en el mundo de la IA, las dinámicas heredadas del colonialismo para desactivarlas», detalla Rachel Adams.

Agrega que la importación de tecnologías inadecuadas a los contextos locales representa un problema. Por ejemplo, los sistemas de reconocimiento facial «probados» fuera del continente son susceptibles a cometer errores. Esto es inquietante, en particular, cuando se emplean con fines de vigilancia policial, como en Johannesburgo, donde más de 5000 cámaras asistidas por IA de la compañía danesa iSentry & Milestone registraron los hechos y los gestos de los transeúntes.

Además, África está en la mira de las empresas para las «pruebas beta» de sus innovaciones. Poblaciones que no siempre son capaces de dar un consentimiento libre y clarohacen las veces de conejillos de indias. La empresa especializada en perfiles psicológicos e ideológicos Cambridge Analytica puso a prueba su capacidad de influencia política en Nigeria y en Kenia antes de afrontar la elección de Donald Trump en los Estados Unidos.

También, hay abusos en los datos.

En Kenia, las aplicaciones de crédito prestan fondos con intereses muy altos sin evaluar la solvencia de los prestatarios y recolectan, de forma masiva, sus datos, como la ubicación, los mensajes de texto, los contactos y el historial de llamadas…

Para contrarrestar estos desvíos, la sudafricana Nokuthula Olorunju, miembro del Observatorio, trabaja en la gobernanza de la IA y en el marco jurídico del ciberespacio. Para ella, el marco de las tecnologías se logra con un enfoque colaborativo de abajo hacia arriba. «Vamos al encuentro de personas para escuchar sus experiencias y para saber qué significa la tecnología y sus datos para ellos. A partir de ahí, tenemos una mejor comprensión de sus percepciones y realidades para generarles protección».

Para identificar qué constituye la IA ética de cada país, Rachel Adams y un equipo internacional se han abocado a la creación del Índice Mundial de IA Responsable. Esta herramienta permitirá comparar los países a partir de criterios establecidos mundialmente y no solo recibidos de los Estados del Norte.

«Este instrumento se desarrolla desde el Sur y, sobre todo, del continente africano», explica Rachel Adams. «Se inspirará en las concepciones regionales de los derechos de las personas, con la esperanza de ser lo más inclusivo posible».

El índice tiene como objetivo ayudar a cada ciudadano/a a tomar conciencia sobre aquello que está en juego en su sociedad. Porque, a pesar de los reparos planteados por los investigadores, las innovaciones en IA forman parte del porvenir y representan valiosas ocasiones por aprovechar.

Detectar la Malaria de Forma Masiva

Un hombre y una mujer miran por un microscopio en un laboratorio
Rose Nakasi

La malaria es la causa del 27% de las muertes en Uganda. El país carece de técnicos/as de laboratorio capacitados. Para no agotar su vista, estos profesionales no deben analizar más de 25 muestras en el microscopio por día… Pero a raíz de la cantidad de pacientes que esperan sus resultados, ocurre que examinan una centena de pruebas por día. Los errores son muy comunes y el riesgo de recetar medicamentos a pacientes que no los necesitan es muy elevado. Es un problema: los parásitos tienden a desarrollar resistencia a los tratamientos.

Para responder a estos problemas, Rose Nakasi se ha abocado desde el 2015, en el marco de su doctorado, a la creación de un modelo capaz de reconocer la infección en la sangre. Debió recolectar miles de fotografías de muestras sanguíneas para alimentar el aprendizaje automático.

La que es ahora profesora de la Universidad de Makéréré insistía en que su tecnología pudiese ser utilizada con un teléfono inteligente.

«Deseamos aprovechar el material que nuestros profesionales ya tienen a su disposición. Cada técnico/a de laboratorio posee un teléfono y cada establecimiento sanitario tiene al menos un microscopio». Gracias a un soporte ajustable, diseñado por impresora 3D, la lente del aparato móvil se coloca sobre la lente del microscopio.

«La tasa de desempeño del modelo ha alcanzado rápidamente a la de los técnicos de laboratorio», afirma Rose Nakasi. «Y, con cada uso, el modelo está mejorando». En la actualidad, la científica trabaja para que su invento sea capaz de precisar la magnitud de la infección. También quiere determinar qué calidad mínima de cámara se necesita.

Ya se utilizan dos prototipos en el complejo hospitalario de Mulago, el más importante de Uganda. La investigadora espera, con el tiempo, beneficiar a toda la región con su invento y, en particular, a las comunidades rurales.

Ciertos trabajos descritos en este artículo y la producción de este reportaje han sido posibles gracias al aporte del Centro Internacional de Investigaciones para el Desarrollo, de Canadá.

Este artículo se publicó inicialmente en la edición de diciembre de 2022 de la revista Québec Science

Crédito de la imagen superior: METAMORWORKS