Por: Liam Harrap
La degradación de los paisajes, la disminución de la fertilidad del suelo, las sequías, la erosión y las inundaciones provocadas por el cambio climático tendrán mayor repercusión en los países en vías de desarrollo, en parte porque estos dependen de la agricultura para producir alimentos y obtener ingresos. Se espera que el recrudecimiento del cambio climático y la mayor variabilidad del clima reduzcan drásticamente las cosechas de cultivos básicos y comerciales fundamentales de América Central. Asimismo, estos factores se encuentran entre las principales amenazas que afectan los medios de vida de la agricultura familiar.
La agricultura climáticamente inteligente es un enfoque que apunta a incrementar la resiliencia de los productores al cambio climático, al mismo tiempo que mejora la seguridad alimentaria y aumenta de forma sustancial la productividad agrícola y los ingresos. No existe una aplicación universal de este tipo de agricultura, en el que participan diversos elementos propios de cada contexto, entre ellos, las acciones que se realizan en las granjas y fuera de ellas, el uso de nuevas tecnologías y la implementación de políticas. Sin embargo, si se pretende que los proyectos climáticamente inteligentes arrojen buenos resultados, “se debe promover a las mujeres como agentes del cambio”, afirma Sophia Huyer, líder de género e inclusión social del Programa de cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria (CCAFS, por sus siglas en inglés) del CGIAR.
Si bien las mujeres de muchos países en vías de desarrollo desempeñan un papel fundamental en la agricultura, no gozan de los mismos privilegios y derechos que los hombres. Por ejemplo, los hombres suelen criar a los animales más rentables y producir los cultivos más valiosos, mientras que las mujeres enfrentan numerosos obstáculos para ser dueñas de la tierra y tienen la responsabilidad adicional de encargarse del hogar. Las mujeres de países en vías de desarrollo tienen muy poco acceso a créditos y préstamos, con lo cual les resulta más difícil adquirir fertilizantes o semillas mejoradas. Asimismo, suelen ser más vulnerables que los hombres a los efectos del cambio climático, a causa de sus bajos ingresos y su acceso limitado a la educación y la tecnología.
Mediante un proyecto del CCAFS, que cuenta con el apoyo del IDRC, se está intentando fomentar políticas en estos países que reconozcan el valioso lugar de las mujeres en la implementación de la agricultura climáticamente inteligente. Para ello, el proyecto reúne evidencias acerca de cómo la dinámica de género influye sobre las prioridades, las capacidades y las necesidades de las familias.
El proyecto, que se desarrolla en Guatemala y Nicaragua, incluye una estrategia de género en todo el sistema para promover y consolidar el papel de las mujeres en la agricultura. “Se debe prestar atención al hecho de que las mujeres son agricultoras por derecho propio”, propone Huyer. Equilibrar las cargas laborales y el papel de las mujeres y los hombres en la agricultura es uno de los problemas por resolver, aunque también queda pendiente modernizar las tecnologías agrícolas obsoletas, como las azadas manuales, que suelen ser usadas exclusivamente por mujeres.
Huyer explica que aún quedan muchos desafíos para la promoción de las mujeres agricultoras en los países en vías de desarrollo y que, en algunas áreas, puede ser difícil para ellas derribar las normas sociales. En muchos casos, según señala, si las prácticas agrícolas de las mujeres generan más ingresos, los hombres se apoderarán de ellas. Por ello, puede resultar difícil empoderar a las mujeres sin alienar a otras personas de la comunidad. “Mi enfoque es trabajar con comunidades, no con personas”, indica Huyer.
Sobre la base de un programa de investigación del CGIAR sobre cambio climático, agricultura y seguridad alimentaria que ya se encuentra en curso en Guatemala y Nicaragua, el proyecto identificará, desde el punto de vista del clima y del género, qué opciones de agricultura inteligente se adoptan y por qué. También aumentará las capacidades de las personas y las organizaciones para planificar, aprovechar e implementar intervenciones de agricultura inteligente desde el punto de vista climático, con perspectiva de género, a fin de aumentar la resiliencia de los medios de vida ante el clima.
También se producirán recomendaciones sobre estrategias y mecanismos climáticamente inteligentes que permitan transformaciones sociales y de género para dialogar sobre políticas tanto a nivel regional como nacional. Se espera que la evidencia obtenida en este proyecto luego se expanda y se aplique en otros lugares para empoderar a las mujeres y mejorar la producción agrícola, a fin de luchar contra el cambio climático, la pobreza y el hambre.
Escuche la entrevista a Sophia Huyer en Climate Change Talks.